Barrios y zonas popularesTokyo Mizumachi y Sumida River Walk
Una ruta escénica junto al río Sumida
El corazón del sumo y la tradición japonesa
Ryogoku es uno de esos barrios que conservan el alma de Tokio. Situado a orillas del río Sumida, dentro del distrito de Sumida-ku, es conocido en todo Japón por ser la cuna del sumo, el deporte nacional. Pero más allá de los torneos, este barrio ofrece historia, arte, buena comida y una tranquilidad que contrasta con el bullicio del centro.
En Ryogoku, el visitante puede pasar de ver un combate de sumo en el Kokugikan a recorrer museos fascinantes o pasear por jardines con siglos de historia. Aquí tienes los lugares imprescindibles que no deberías perderte.

El Ryogoku Kokugikan (両国国技館) es el gran estadio nacional del sumo y el alma del barrio. Aquí se celebran tres de los seis torneos oficiales anuales, cada uno de quince días de duración. Incluso si no coincide con tu visita, el edificio merece la pena: en su interior se respira la esencia de un deporte que combina fuerza, ceremonia y espiritualidad.
Dentro del estadio, el Museo del Sumo ofrece una pequeña pero interesante exposición de fotografías, objetos históricos y trajes de antiguos campeones. La entrada es gratuita cuando no hay torneo.
Si viajas en temporada de torneos (enero, mayo o septiembre), compra las entradas con antelación. Se agotan rápidamente.
A pocos pasos del estadio se encuentra el Museo Edo-Tokyo, un imprescindible para entender cómo pasó la antigua Edo a convertirse en la Tokio actual. Las maquetas a escala, reconstrucciones de calles y objetos cotidianos transportan al visitante varios siglos atrás.
Es una visita perfecta para familias y amantes de la historia, ya que permite recorrer la evolución de la ciudad de forma interactiva y visual.
Tip local: el museo reabrió recientemente tras una renovación completa, por lo que ahora ofrece una experiencia más moderna y accesible, con explicaciones en inglés y japonés.

Ryogoku también es hogar del Museo Sumida Hokusai, dedicado al artista Katsushika Hokusai, creador de La gran ola de Kanagawa. Su moderno edificio, diseñado por la arquitecta Kazuyo Sejima, alberga obras originales, reproducciones y exposiciones temporales centradas en la vida y legado del maestro.
El museo se puede recorrer en menos de una hora, ideal para complementar tu visita al estadio o a los jardines cercanos.
No te lo pierdas: la tienda del museo tiene grabados, postales y objetos inspirados en las obras más famosas de Hokusai, perfectos como recuerdo o regalo.

Muy cerca del Kokugikan, los jardines Yokoamicho ofrecen un rincón de paz con estanques, puentes y árboles que cambian de color con las estaciones. En el mismo recinto se encuentra el Memorial del Gran Terremoto de Kanto, que rinde homenaje a las víctimas del desastre de 1923.
Es un espacio cargado de historia y simbolismo, ideal para un paseo tranquilo tras visitar el museo o disfrutar de un té en alguna de las cafeterías del barrio.

No puedes irte de Ryogoku sin probar el chanko nabe, un guiso abundante de verduras, carne y tofu que constituye la base de la dieta de los luchadores de sumo. Muchos restaurantes en la zona están regentados por antiguos luchadores, lo que le da aún más autenticidad a la experiencia.
Recomendación: prueba el Chanko Tomoegata, uno de los locales más tradicionales, o déjate llevar por el aroma de los pequeños izakayas que rodean el estadio.

Ryogoku es un barrio donde la tradición sigue viva. Aquí se mezclan el espíritu del Japón clásico, el arte y la vida local. Es un lugar ideal para quienes buscan un Tokio más humano y pausado, donde cada calle cuenta una historia.

Desde ryokan tradicionales hasta hoteles modernos con vistas al monte Fuji.
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